Proyecto comunitario cambia la vida de mujeres

Proyecto comunitario cambia la vida de mujeres

En Guatemala, un grupo de 500 mujeres culminó el proceso de formación del programa Nutrición y Emprendimiento Comunitario, el propósito de la iniciativa es reducir la desnutrición y empoderar a las mujeres, así como a las comunidades.

“Ahora puedo ayudar en los gastos”, “compro comida para mis hijos”, “Ya no permito que mi esposo me pegue”, “puedo comprar útiles escolares a mis niños”, “pienso pagar mis estudios”, “me alimento mejor y mis hijos también”, fueron algunas frases de las mujeres que se graduaron.

El programa Nutrición y Emprendimiento Comunitario de la Fundación Juan Bautista Gutiérrez comprende el fortalecimiento de las mujeres en temas de alimentación, acceso a alimentos nutritivos y autosostenibilidad económica.

El grupo que se graduó inició el proceso de formación en el 2017, las mujeres fueron contactadas para ser parte del programa por medio del centro de salud e incluso los integrantes de la fundación visitaron los hogares “de puerta en puerta”.

“Si impactamos comunidades, podemos cambiar el país. Las niñas aquí en San Cristóbal no iban a la escuela, tenían 12 años y las regalaban a los hombres para que formaran una familia y eso no es posible, porque las mujeres deben estar educadas, pero ahora hay niñas que estudian”, aseguró Isabel Gutiérrez de Bosch, presidenta de la fundación.

Proyecto comunitario cambia la vida de mujeres

Desarrollo de la comunidad guatemalteca

Para Gutiérrez, San Cristóbal Totonicapán es el lugar donde disfrutó de su niñez y está es una razón más para apoyar el desarrollo de la comunidad donde vivió hasta los siete años.

“Lo que recuerdo de San Cristóbal es que yo quería jugar con niñas y me tocaba jugar con niños; porque las niñas siempre estaban en casa para ayudar a sus mamas, entonces yo iba a las casas de ellas para ayudar a lavar platos y cuidar a sus hermanitos, después me las prestaban para que llegaran a la casa a jugar”, relató Isabel.

De acuerdo con la fundación, por medio del programa se logró la reducción de la desnutrición crónica, esto por medio del monitoreo de 202 niños menores de 2 años.

“Una mujer empoderada puede trabajar; se atreve a poner su negocio, se les ha puesto casas del pollo, venden alimentos, venden artesanías y hasta pueden exportar lo que hacen”, dijo Gutiérrez.

La primera etapa del programa fue del 2014 al 2016; en ese entonces se impactó en un 31 por ciento la reducción de la desnutrición crónica, datos que según la fundación motivaron a continuar y ejecutar una segunda fase.

“Ahora tienen un trabajo y mejoran a sus familias, da gusto llegar a sus casas, tienen estufa de gas y no tienen que levantarse a las 2 de la mañana a cortar leña”, relató Felipe Antonio Bosch Gutiérrez.

Programas y talleres

El primer eje del programa comprende talleres de formación para la adecuada selección, preparación y consumo de alimentos, el segundo radica en acercar los alimentos nutritivos a las comunidades.

“Hicimos un diagnóstico y nos dimos cuenta de que en las tiendas de barrio no había alimento nutritivo y que la mujer en la punta de la comunidad tenía que venir hasta el mercado cada dos semanas para adquirir proteína; entonces empezamos con las casas del pollo para llevar este componente”.